Al amanecer todo estaba al revés, todo
lo había perdido, desde la virginidad hasta el orgullo, sus besos ya no me
correspondían y abrazarlo era dar paso a un diluvio de lágrimas y desconsuelo.
Sin embargo, él seguía ahí, con la serenidad de los cuerpos sin vida, helándome
el ánimo. Me volví momentáneamente loca y es entonces cuando se dispara la
obsesión: ¿Puede el amor sobrevivir ante semejante indiferencia?
(Ilust. GioglioArt) |
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